Cristian Darío Giuliano y Andrea Verónica Galotta
La familia Giulano emigro de Messina, Sicilia, a la Argentina a principios del siglo XX. Trajeron su amor por la cocina italiana, en especial las pastas secas, que aprendieron a hacer de sus antepasados.
Se establecieron en Avellaneda, donde había una gran comunidad de inmigrantes italianos. En 1910 abrieron una pequeña fábrica de pastas secas, llamada “La Fortuna” y lograron hacerse un nombre entre los clientes locales, que apreciaban la calidad y el sabor de sus productos.
Siendo el sustento y orgullo de la familia Giulano, se mantuvo funcionando cuatro generaciones. Hijos, nietos y bisnietos de los fundadores aportaron algo nuevo a la empresa, una receta, una máquina, una estrategia o una innovación. “La Fortuna” se fue adaptando a los cambios y desafíos de los tiempos, sin perder su esencia y tradición. Esta historia, reflejan el espíritu emprendedor, pasión y perseverancia de los inmigrantes italianos que llegaron a Argentina y contribuyeron a su cultura y su desarrollo.
Pero no pudo afrontar una de las tantas crisis y en el año 2000 cerraron.
Hoy día, tercera generación emprendimos otro capítulo con nombre y propuesta nueva llamado Pastas Capone.
Lo bueno de la pasta… Vuelve.