Sandra Gómez
Me inspiré en mi propia infancia y en la de mis hijos. Las sábanas y los manteles pedidos o “robados” a la abuela para construir un refugio, ¡inventar un mundo que era todo mío!.
Comencé a hacerlos para regalar cuando me empezaron a pedir casitas, camiones y se sorprendían como los chicos se fascinaban y entretenían debajo de la mesa, algo así como un amigo invisible.
Por otra parte, resulta muy útil para papis con trabajo en casa, les delimita un espacio de juego y los tienen cerquita. Los invito a probar, en épocas de dispositivos y tecnología, un espacio para soñar, despertar la imaginación y crear.