Mariana Composto
Cada amigurumi posee un “alma” que lo convierte en el compañero y confidente de por vida de su dueño, proporcionándole protección y consuelo en los momentos de estrés y tristeza. Más allá de su uso como figura decorativa o juguete, el objetivo que persiguen los amigurumis, es alimentar el espíritu de niño que todos llevamos dentro. Estas figuras son objetos de apego ligados a conceptos de amistad, complicidad y compañía. Proporcionan protección y seguridad a su propietario, por eso son ideales para niños. Todo lo que realizo está hecho en hilo de algodón, hipoalergénico y los detalles (ojos, bocas, orejas cola, etc) son cosidos, evitando tener partes que puedan salirse del muñeco.